Resumen
del libro de vida de Casimiro Barello Morello, escrito por el Dr.
D. Amalio Sentandreu Franco (Arcipreste de Alcoy).
Les mostramos un breve resumen de la biografía de Casimiro
Barello. Esperando que muy pronto nos podamos extender y profundizar
en el desarrollo de su vida, del cual le mostramos lo que será
el índice, extraído del libro escrito por el Dr. D.
Amalio Sentandreu Franco ( Arcipreste de Alcoy )," ¡
Ha llegado un peregrino! ", del cual haremos un resumen.
Biografía,
resumida y provisional
Nació en Cavagnolo, provincia de Turín(Italia),
el día 31 de enero de 1857. Fue hijo de honrados labradores.
A la muerte de su madre, fue entibiándose su fervor, por
lo que varias veces se le apareció la Santísima Virgen
alentándole en la práctica de las virtudes.
Aunque conocía su vocación de peregrinar,
acosado delos estímulos de la carne, de retiró a un
desierto en donde comenzó una vida asperísima y de
continua contemplación. Mas un día postrado en tierra,
siente una fuerza sobrenatural, alza la vista y ve a Jesús
que le intima salga del desierto y vaya peregrinando por el mundo.
Y Casimiro, con los pies descalzos, la cabeza descubierta y vistiendo
una túnica ceñida al cuerpo por una cuerda, recorre
varios pueblos de Italia y España, predicando en todas partes
con su edificante ejemplo. Tomándole por loco o mal-hechor,
y es encarcelado gozándose en ello, porque decía saber
cierto estar allí por voluntad de Dios. No aceptaba otros
dones que el pedazo de pan, que le bastaba, y sus alojamientos eran
al aire libre o en cualquier tugurio, con gran alegría y
paz celestial.
En lo que más sobresale Casimiro es en la devoción
al Augusto sacramento. Como blanca y pura paloma, buscaba a todas
horas el divino palomar, no separándose de un pueblo, sino
para correr presuroso en busca de otro, donde pudiera su alma beber
los efluvios del más puro néctar cabe el sagrario
ante el cual pasaba inmóvil, en difíciles postraciones,
muchas horas continuas. El enamorado de la Eucaristía terminó
su peregrinación en Alcoy ( Alicante). Llegó a esta
ciudad el 23 de febrero de 1884 , y el 9 de marzo, abrasado en el
amor de Dios, más que por la fiebre que le consumía,
murió en olor de santidad a los 27 años, admirándose
el prodigio de que, a la noticia de la muerte de este mendigo extranjero,
se viera Alcoy inundado de una ingente muchedumbre de todo el reino,
como nunca se había visto.
Antes y después de su muerte se ha registrado
hechos prodigiosos que a la Santa Iglesia le toca definir, como
igualmente a su juicio sometemos lo anteriormente escrito.
Sus venerables restos se guardan, con gran veneración, en
la iglesia de San Jorge, Patrón de Alcoy.
Casimiro
Barello
“Yo desearía que todos conociesen a Dios”
Casimiro
Barello nace el 31 de enero de 1857 en Cavagnolo, en una parcela
de la Casa Ostino, en una familia de campesinos. Crece entre gente
de viva fe, gente que ora. Del bisabuelo, de la abuela y de la madre
enferma aprende a buscar a Dios en la plegaria y en el recogimiento.
Vive una infancia normal, ayuda voluntariamente en la casa y en
el campo y en el periodo en el que no hay labores que hacer, va
a la escuela.
A
los 12 años pierde a su madre y empieza a buscar más
intensamente a Dios aunque dirigiéndose confiadamente a la
Madre de Jesús. Mas tarde, con el paso del tiempo, su fe
se calma.
Entre los 14 y los 16 años cae en dos graves y largas enfermedades
y Dios irrumpe directamente en su vida y lo cura a través
de una enviada especial: La Virgen, que se le aparece como “Una
gran mujer vestida de luz y de claridad”, y lo invita
a darse completamente a Dios con una vida de plegaria y penitencia.
Puesto
que viviendo en familia no le es posible responder totalmente al
fondo de Su llamada, en el otoño de 1875, y con el consentimiento
de su padre se va de casa. Empieza así su vida de peregrino:
Una vida dura, llena de sacrificios, penitencia y humillación,
una vida de continua plegaría y testimonio. Un caminar y
caminar.
Recorre
descalzo Italia, Francia, España y Portugal. Encarcelado,
maltratado y preso, apedreado por los que le consideran un vagabundo
y un holgazán el permanece sereno: “A Jesús
le han hecho de peores”
En
Lanciano (Pescara) se convierte en franciscano y sustituye el hábito
de peregrino por el de esta orden.
De
aspecto agradable, aseado y limpio a pesar de su pobreza, siempre
sonriente y afable, ejerce una fascinación irresistible sobre
los que tiene más cerca.
Cuando
llegaba a un pueblo, iba rápidamente a la Iglesia y permanecía
postrado por horas de adoración.
“Yo
soy un pobre ignorante – decía- y no se más
que las plegaria comunes. Empiezo con el rosario, después
el Señor se digna a iluminarme y atraerme hacia Sí;
entonces, el tiempo pasa sin darme cuenta y el espíritu queda
como absorto e inmerso en Dios y experimento un gozo tan grande
que no se como expresarlo.”
En
contraste con este gozo... "todo aquello que el mundo
desea y busca es miseria y disgusto...El pensamiento de que Jesús
está realmente presente, oculto para mi en el sacramento
de la Eucaristía, el pensar que está ahí por
mi amor, que me ve, me siente, me escucha, es motivo de gran consuelo
y no marcharé nunca de Su Presencia.”
El
tiempo de la adoración eucarística le trascurría
rápido, un día le parecía un instante. No sentía
ni cansancio, ni hambre ni otras miserias, y lamentaba mucho cuando,
al cierre de la Iglesia, era obligado a alejarse de Jesús
Sacramentado.
“Por
gracia de Dios no me siento nunca cansado de estar en oración:
cuanto más tiempo estoy más, tiempo estaría.
Al principio, cuando hacía vida disipada, rezaba a duras
penas y me cansaba en la plegaría, pero después que
el Señor se ha dignado a iluminarme, la oración es
para mi la ocupación más dulce y que hago con más
gusto”
Su
amor por Dios, le hacía prestar atención a los hombres.
Estaba lleno de amor y de atenciones para con los pobres, los enfermos,
los presos, pero sobre todo se hacía cargo de las personas
que se alejaban de Dios. “Yo quisiera que todos conociesen
a Dios”.
“Yo
siempre rezo poco, y quisiera rezar más, no solo por mi,
sino por tantos que no oran y viven olvidándose de Dios,
para que sean iluminados y se conviertan. Le pido al Señor
que sobre mi descargue todos los pecados del mundo y así
los hombres se salven”.
Casimiro
se sentía “peregrino de la Virgen” y
tenía para con ella un grato y confiado afecto. Dios se servía
de ella para llamarlo y Casimiro la había “tomado
consigo”, como el apóstol Giovanni. Sus pasos
iban al ritmo de la representación del Rosario, buscaba a
la Virgen en su santuario; su “haz todo aquello que
El te dirá” lo empujaba y le daba coraje para
proseguir en aquel duro y singular camino.
“Nuestro
querido peregrino ha sido un prodigio de la Divina Providencia que
nos lo ha mandado para que obrase un gran bien en nuestro pueblo”.
(Arzobispo
de Valencia)
“Un
verdadero hombre de Dios...hablaba como un sumo teólogo”.
(Obispo
de Trivento)
“Había
en el una presencia extraordinaria del Espíritu Santo”.
(Monseñor
G. B. Semino)
“Aquello que la insistencia del clero no había podido
obtener, lo obtiene Casimiro: El respeto de la fiesta y el cierre
dominical de los comercios de Alcoy. ”
(Periódico
de Alcoy)
Una
vida intensísima y breve: 27 años. Una vida dedicada
a buscar y acercar a Dios a los hombres. Su caminar terminó
en Alcoy, en aquella España que siempre le había acogido
como hombre de Dios, entre aquella gente que se convertía
con solo verle orar. Era el 9 de Marzo de 1884. Millares de personas
acudieron a Alcoy para el funeral, y su amor fue premiado con numerosísimas
y extraordinarias gracias.
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